HAY UNA PETICIÓN QUE ESTÁ COGIENDO FUERZA. Éste era el asunto de uno de los correos electrónicos que recibí esta mañana. El remitente era Change.org, la plataforma de activismo online que tanta relevancia ha cogido en los últimos tiempos. La petición en cuestión la firmé, pero sobre todo me sirvió para pararme a pensar.
Un click, una lucha y, ¿un resultado? Change.org tiene escasos años de vida, y muchas más críticas. Incluso hay una petición en su misma plataforma para que ésta desaparezca. Pero realmente tiene utilidad. Change.org supone la forma de canalizar las metas y ambiciones que tenemos. Supone luchar por las ideas.
A veces pensamos que una simple acción no puede tener grandes resultados. A pesar del manido aleteo de la mariposa, todas las ideas (coherentes) tienen opción a provocar un cambio. Únicamente hay que buscar el altavoz a través del que lanzarla al exterior.
En España, más de cinco millones están suscritos a la plataforma. No hablamos de una cifra pequeña a pesar de que quizás un porcentaje no preste atención a la actividad diaria de la web. Pero lo cierto es que hablamos de millones de conciencias que pretenden cambiar algo que no es justo. Y de otra infinidad de personas que luchan por lo que desean.
“¿Pero tú crees que con un botoncito vas a cambiar el mundo?”, me decían en el desayuno. No se trata de un click, se trata de ver que, cuando alguien lucha, quizás merece un apoyo. Se trata de pensar que aún hay esperanzas de hacer las cosas de otro modo. Luchar, hablar, insistir. No quedarse parado. Se trata de algo mucho más simple que un click: se trata de creer.
Para muestra un botón, y nunca mejor dicho.
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