En una estrategia de contenido a largo plazo, no siempre es fácil que éste sea de primera calidad. Y lo fundamental es que todo el contenido sea bueno y eso, obviamente, requiere de un esfuerzo doble: presupuestario por una lado y creativo y de presencia activa por otro. Así, una buena estrategia de contenido es un acto de equilibrio entre el contenido de alta calidad y el menor esfuerzo.
Cuando admiramos la producción de una marca y la generación de contenidos insignia, terminamos viendo que se inserta en el flujo constante que publica esa marca. Sin embargo, no somos capaces de valorar -al menos los que no se dedican a este mundo de la comunicación- el coste de producción y el trabajo diario que hay detrás.
Como ejemplos de contenidos llamémosles, premium, podríamos citar estudios de casos para ilustrar nuestra actividades, documentales, serie completa de artículos, vídeos, podcasts o seminarios sobre un tema concreto… Y como ejemplos de contenidos de bajo esfuerzo el compartir artículos pertinentes a nuestro objetivo, a partir de los medios de comunicación internacionales y nacionales; sacar cuadros informativos con estadísticas o usar gifs o vídeos domésticos…
El secreto está en combinar y establecer una relación inteligente entre contenidos más costosos y otros de menor esfuerzo, por ejemplo, hacer vídeos sobre la marcha o con el móvil para usar en las redes sociales en mitad de una campaña de promoción offline.