Con eventos y campañas a tutiplén, la experiencia de marca nunca ha sido tan importante. Y tiene que tener un objetivo: mantenerse en la memoria pública. La cuestión es: ¿cómo convertirse en un creador de recuerdos?
Lo principal es tener cuidado con las tendencias. Si las seguimos a toda costa, corremos el riesgo de lograr el efecto contrario al deseado: pasaremos desapercibidos entre la masa.
Lo que sí es imprescindible para crear una experiencia memorable:
- Percepción. Todo sucede a primera vista, la percepción, positiva o negativa, dirá si estamos o no interesados en algo. Una campaña va a crear una imagen, que tenga sentido y transmita un mensaje. El público debe querer parar, mirar, volver y revivir la experiencia. Resumiendo: la experiencia, estética y que toque la sensibilidad, es necesaria para alcanzar la excelencia.
- Interacción. Esto es lo que diferencia el marketing experiencial de otros medios de comunicación. Es también el primer contacto establecido entre la marca y el cliente. Pero más allá de este enlace, se debe establecer una conexión real entre la marca y su público, se debe establecer un encuentro memorable y divertido. El cliente debe ser el centro de atención de la marca para que se convierta en su embajador.
- Contenido o narrativa. La marca debe transmitir un mensaje claro y legible con el fin de crear un fuerte vínculo y desarrollar un sentido de pertenencia con el público. Además de su misión informativa, el contenido debe entretener, contar una historia, dar sentido a la experiencia y contener el ADN de la marca. Un buen contenido será distribuido y compartido.
- Digital. El uso de las redes sociales no puede ser una coincidencia, sino que debe responder a una estrategia. Todos los canales que se hagan eco de la campaña tienen que ir al unísono.
- Recuerdo. En el centro de los cuatro pilares anteriores se debe sostener la experiencia, que se encargará de llevar lo vivido al siguiente nivel, un estadio que permitirá dejar una huella.