Desde hace poco más de un año, el diario francés Le Monde publica una edición diaria en Snapchat. Por las propias características de esta red social, no queda ni rastro de esta producción. Así, el periodismo de Snapchat es un periodismo evanescente, que se esfuma. Y eso que siete personas trabajan a tiempo completo en la unidad de Snapchat del diario: un editor en jefe, dos editores, dos periodistas de video y dos diseñadores.
Sorprendentemente, el pequeño equipo no queda relegado a un cubículo como lo hace la tradición del periodismo web. El futuro se ha convertido en algo común en este medio y ya nadie se sorprende de que haya siete personas dedicadas a una aplicación para adolescentes con filtros para perros en las instalaciones del periódico. El objetivo es convencer a la generación Y, Z, A o B de que la prensa todavía tiene futuro. Específicamente, una edición de Le Monde en Snapchat consiste en 12 instantáneas que los lectores escanean una detrás de la otra: 2 o 3 artículos, vídeos, noticias y animaciones.
Para el periódico francés, Snapchat es más un laboratorio de I + D que una fuente de ingresos inmediata, aunque hay que admitir que, entre las tres instantáneas, hay un anuncio intercalado que probablemente no sea suficiente para financiar a siete personas a tiempo completo.
Además, los artículos de Snapchat no son un copia y pega: están adaptados para la nueva generación. Los artículos se acortan, se reescriben, se enriquecen visualmente y se recontextualizan. La cuestión del formato también es primordial. En Snapchat, los periodistas realizan periodismo vertical, con videos y textos que se adaptan al formato largo de los teléfonos inteligentes.
La verdadera paradoja de Snapchat es que la edición producida diariamente por Le Monde se parece mucho más a una revista que a un periódico online. Se produce más rápido que una revista en papel, pero la práctica de lectura es muy similar. También permite crear el medio su propia identidad gráfica.
